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La imagen, una gran mancha blanca en la costa del Mar Menor, la ha grabado estos días a 5.000 pies de altura un equipo de Greenpeace y define lo que pretende esta ley europea, ya de obligado cumplimiento. El deber ya no de proteger, como hasta ahora, sino de restaurar los ecosistemas de los 27 países de la Unión. El 20% antes de 2030 y todos ellos en 25 años, en 2050. Metas ambiciosas de una norma a la par, aplaudida por ecologistas, pero que ha enfrentado a gobiernos y partidos europeos en el último año y gran parte del sector agrario con Bruselas. Medida que se apoya en la urgencia de los informes, que calculan que el 80% de los hábitats naturales europeos protegidos están en mal estado. También advierten de un escenario catastrófico si no se actúa cuanto antes contra la pérdida acelerada de especies, con seis de cada diez en peligro, sobre todo las polinizadoras, además de la creciente erosión del suelo y la escasez de agua dulce, entre otros desafíos. En España, según el Inventario Español del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, casi la mitad de sus ecosistemas está en riesgo, con mapas, como el de SEO Bird Life, que identifican más de 120 áreas naturales degradadas. Entornos vitales para una biodiversidad que, también, se quiere corregir en ciudades, con la prohibición de reducir, aún más, los espacios verdes urbanos. Todo con el gran objetivo de que el ecosistema recupere gran parte de su proceso natural. 

-Redacción-