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Era 30 de agosto en La Bisbal (Girona), verano de 2022. Comenzó una tormenta y no fue normal. Cayeron auténticas piedras de granizo. Bolas gigantes de hasta 12 centímetros. Piedras que caían como proyectiles y que no sólo destrozaron coches. Hubo decenas de heridos y hasta una víctima mortal: una bebé de 20 meses que recibió el impacto de una bola en la cabeza en el patio de su casa. Ahora, un estudio ha demostrado que el cambio climático contribuyó decisivamente al inusual tamaño del granizo. La culpable fue una supercélula, parecida a otra que vimos el verano pasado en Zaragoza. Es una potente tormenta con vientos fortísimos y giratorios en su interior, que en el caso de La Bisbal, se alió con la alta temperatura del mar ese verano. Su contraste con el frío en altura fue la gasolina perfecta para alimentarla. Es la primera vez que un fenómeno como este se atribuye al calentamiento global y los autores del estudio advierten: no será la última. El calentamiento de los océanos sigue disparado y este granizo gigante cada vez será más frecuente.

-Redacción-