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Cuando Ana solo tenía seis meses de vida le detectaron un tipo de leucemia en lactantes, con pronóstico muy grave. "Fue un jarro de agua fría, que te cae y te quedas, te preguntas ¿esto me está pasando?", asegura su madre. El tratamiento de quimioterapia convencional no funcionaba. "Su significado era incierto en aquel momento y teníamos una respuesta a las primeras cuatro semanas de inducción que no era satisfactoria", afirma el médico que la trató, José Luis Fuster, jefe del Servicio de Oncohematología del Hospital de la Virgen de la Arriaxaca de Murcia. Fue entonces cuando decidió probar con un fármaco para tratar la leucemia en adultos, tras leer la investigación de la doctora Clara Bueno y su equipo, basado en la gran cantidad de una proteína resistente a los corticoides. "Nos contactó y se decidió dentro de ese tratamiento convencional incluir un inhibidor de esa proteína", apunta la investigadora del Instituto Josep Carreras. El tratamiento fue un éxito y pudieron hacerle un trasplante de médula de su hermana. Ahora 13 años después, Ana, Clara y José se han podido ver cara a cara. "Me ha salvado la vida, es que de verdad no tengo palabras", subraya Ana. Justo ahora, además, tras dos décadas de investigación, Clara y su equipo han descubierto por qué funcionó el fármaco y la Fundación Unoentrecienmil le ha concedido una beca para desarrollar una inmunoterapia con CAR-T para ayudar a más niños. "Nuestro deseo es que haya muchas Ana y que todos los niños tengan la oportunidad de sobrevivir", puntualiza Gemma Ortiz, responsable de Misión de la Fundación Unoentrecienmil. El caso de Ana es una muestra de que la investigación salva vidas.

-Redacción-