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Lo útimo que tenemos de él es el portazo a un pasado turbio empeñado a salir a flote. "Con la primera denunciante se han puesto en contacto dos mujeres; conmigo se han puesto en contacto otras dos para unirse a la denuncia", dice la periodista Cristina Fallarás, que ha puesto su cuenta de Instagram al servicio de mujeres que quieren denunciar agresiones sexuales. El expediente Errejón, pues, suma y sigue. En el Instagram de Fallarás nuevas mujeres declaran haberse sentido agredidas por el ex diputado. Una de ellas cuenta ésto: "Él te coge el pelo, se droga encima de ti por todo el cuerpo y muchas veces. Y te va haciendo heridas. Unas que se ven y otras que no". Otra habla de "fotos sexuales", "sexo sin protección", "prácticas humillantes"... Estas últimas denuncias - y las que puedan venir- atrapan a Errejón en un círculo cerrado en tres pasos: Uno: el concierto del 23 en el que una joven dice que le tocó el culo, con la maniobra posterior para tapar la denuncia de su víctima. Dos: el testimonio anónimo de esta semana que calificaba de "psicópata", de "monstruo" a "un político que vive en Madrid". Tres: la denuncia de Elissa Mouliáa, que ha elevado el caso Errejón al ámbito judicial. Con lo que ello supone. La actriz, en la red social X, escribía de madrugada: "Yo estaba ilusionada con Iñigo, pensé que podía ser una historia de amor preciosa (...) Pero lo único que quería era tocar mi cuerpo y meterme la lengua", en respuesta a quienes han puesto en cuestión su denuncia. Su inicativa fue el detonante de una avalancha de testimonios en el Instagram de Fallarás. El principio del fin de Errejón.

-Redacción-