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La mañana del 24 de abril de hace un año la cara de Pedro Sánchez lo decía todo. En el Congreso decía que seguía confiando en la Justicia, pero salía rumbo a Moncloa para escribir una carta en la que se preguntaba si merecía la pena seguir y anunciaba cinco días de reflexión para decidirlo. La razón era que un juez investigaba a su mujer por dos presuntos delitos. Tras la reflexión, y apelando al apoyo de los suyos, el amago de dimisión del presidente del Gobierno quedó en nada. Decidía seguir y decidió también que iniciaba una cruzada contra lo que llama el fango y los pseudomedios. El llamado plan de acción por la democracia que presentó en julio del año pasado era la herramienta para hacer frente a esa desinformación, un plan de regeneración que, un año después, avanza muy poco a poco. 365 días después la investigacion a su mujer sigue abierta. A este frente judicial se han sumado la investigación por la contratación de su hermano en la Diputación de Badajoz o el caso del fiscal general, cuya sombra llega hasta Moncloa. En lo político, la debilidad parlamentaria se ha hecho evidente con más de 100 votaciones perdidas. Sólo en lo económico ha tenido alegrías Pedro Sánchez, la última esta misma semana con las previsiones de crecimiento para España del FMI.

-Redacción-