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Uno de los motivos fundamentales del interés del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre Ucrania, es la existencia de un alto porcentaje de las conocidas como tierras raras en este país de Europa. Su suelo alberga el 5 por ciento de yacimientos que hay en el mundo de un material esencial para la industria de la alta tecnología, el sector aeroespacial, la defensa o la energía verde. Debido a la guerra, muchos de esos yacimientos están sin explotar. Hace tan solo unos días, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, mostraba al mundo el mapa de la riqueza geológica Ucrania: las mayores reservas de titanio de Europa, la tercera parte del litio y sobre todo, las llamadas tierras raras. A Donald Trump le interesan y ya les ha puesto precio en un posible trato: 500 mil millones de euros en minerales críticos a cambio de seguir ayudando a Ucrania. Pero en realidad, las tierras raras ni son tierras ni son raras. Así llamaron en el siglo XVIII a estos 17 elementos químicos de la tabla periódica. Son más abundantes de lo que se pensaba pero esos 17 elementos químicos están mezclados en varios tipos de minerales, y eso complica su procesamiento. Su gran atractivo son propiedades físicas y ópticas, especialmente valiosas en la fabricación de imanes. Son imprescindibles para la fabricación de todo tipo de productos: coches eléctricos, teléfonos móviles misiles o molinos de viento. Pero el 90% del suministro mundial lo controla China. La mitad de los 50 minerales críticos para la economía estadounidense están presentes en Ucrania, algunos en las zonas ya controladas por Rusia. Toda un arma geopolítica enterrada en su subsuelo.

-Redacción-