Atlas agencia

"Todo esto como que no es real, que estén así nuestras casas", cuenta Evelia mientras observa en el móvil el estado en el que ha quedado su vivenda tras el incendio que ha arrasado la costa de California. Por más veces que lo vean, lo siguen sin creer. Y es normal! En la pantalla del móvil ni cabe la desgracia de Los Ángeles, así en general. Ni la de ellla en particular. Junto a su madre, su hija y su nieta reúnen cuatro generaciones víctimas del mismo suceso.
Evelia vivía en el 301 de una calle cualquiera Altadena. Su hija Lissabeth con la pequeña Robin Juliette, enfrente. Su madre María, al lado. Hoy todo son cenizas. Sensación de vacío. "Hemos perdiodo la memorias, las fotos, los recuerdos", dice Evelia. Me gustaría recuperar a mis vecinos también", lamenta María, su madre, de 84 años. En el día despues, con el apoyo de la familia y de los amigos Evelia se esfuerza en no perder de vista lo importante - "Todos en la familia estyamos bien, dice-; Lissbeth piensa sobretodo en en su hija, nacida un par de días antes del incendio. "No sabrá nunca de lo ocurrido", comenta para defender un propósito tan genuinamente americano como empezar de nuevo.       

-Redacción-