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El latigazo del terremoto derrumba un edificio de Bangkok en construcción. Tenía su fachada semicubierta con cristales azules que caen en segundos junto a toda la estructura de 30 pisos. Un desplome impresionante captado por varios transeúntes que corren en pánico, perseguidos   por una nube de polvo y escombros que avanza implacable hasta envolverles. El rascacielos destinado a oficinas del Gobierno tailandés es ahora una montaña de hormigón y hierros, y lo peor, 50 trabajadores atrapados en su interior. Uno de ellos es localizado en lo que parece un milagro. Los equipos de rescate han podido atender a supervivientes y también han recuperado ya algunos cuerpos, pero no hay balance de víctimas cerrado. Miles de personas en Bangkok han escapado corriendo al sentir el terremoto de 7,7 grados de magnitud y su posterior réplica de 6,4. Una angustia que ya en la calle a cielo abierto tampoco se apaciguaba con la amenaza del agua cayendo desde las piscinas en azoteas de edificios y con caídas, como la de una grúa que se desploma sobre una casa hasta una acera. Las grietas y el peligro de derrumbe han obligado a desalojar un hospital de la capital tailandesa con decenas de pacientes en camillas, atendidos en mitad de la calle.  

-Redacción-