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Santorini, la isla griega cuya ciudad más importante es Fira, presenta habitualmente una imagen repleta de turistas. Pero hoy la imagen de esta isla helena es bien distinta. Por el temor a terremotos todo el mundo se ha marchado de allí. Santorini es hoy una isla fantasma. Su aeropuerto, normalmente abarrotado de visitantes, sus calles, donde para abrirse paso hasta hace días había que hacer contorsionismos; o sus miradores, donde la estatura sí que importaba para la foto, escenifican el éxodo que ha sufrido este destino turístico de primer orden mundial. Las siete mil sacudidas de la última semana, con dos nuevos terremotos considerables este domingo, han espantado también a la mitad de su población, evacuada ante la alerta de una posible erupción volcánica catastrófica. Unas 9.000 personas han abandonado ya la isla por temor a los terremotos de magnitud hasta 4,8 que desde hace días sacuden el archipiélago de las Cícladas, mientras el Gobierno ha enviado equipos de emergencias como medida preventiva. De hecho, sus habitantes tienen presente el origen de la isla. Los acantilados de este idílico destino turístico no son más que lo que queda de la caldera de un megavolcán, cuya explosión hace 3.600 años, una de las mayores de la historia, arrasó la primera Santorini.

-Redacción-