Atlas agencia

Que una noria pudiese ser símbolo de Londres sólo la imaginaban en los años 90 un matrimonio de arquitectos. "Estaban pidiendo ideas sobre cómo celebrar el milenio", recuerda Julia Barfield que, junto a David Marks, ya fallecido, presentaba su proyecto a un concurso municipal que no ganaron ellos, ni nadie. Aún así, el empeño de ambos conseguiría la financiación privada suficiente para levantar en el Támesis una estructura de 2.100 toneladas que, como la torre Eiffel, estaba diseñada para ser temporal, durante 5 años. En una ciudad sin mayor altura entonces que la catedral de Sant Paul, su llegada permitía a turistas y residentes observar la capital británica como nunca antes, hasta 135 metros de altura. Una esfera que no se detiene, sin principio ni fin, como símbolo del paso del tiempo, afirma hoy su arquitecta, en los 30 minutos de calma sobre el bullicio londinense que dura su vuelta completa. En dos años la bautizada como "London's Eye" (El Ojo de Londres) lograba su licencia permanente gracias a su éxito inmediato, con más de 85 millones de visitantes desde su apertura al público el 9 de marzo del año 2.000. Imagen icónica, desde entonces, de las celebraciones de año nuevo, testigo de los cambios de la ciudad y de la Casa Real británica, de atentados y de avistamientos insólitos, como los de varias ballenas varadas en el río londinense. También se le ha acercado la antorcha olímpica en los Juegos de 2012 y ha sido escenario de cine, con múltiples películas, entre las que, por supuesto, no podía faltar las de alguien tan británico como James Bond. Una noria con 32 cápsulas, una por cada distrito de Londres, en las que, también, rueda el amor, con más de 8.000 peticiones de matrimonio en un cuarto de siglo.