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En 2002, Jean Marie Le Pen sorprendió con su segundo puesto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, un terremoto político que sacó a muchos franceses a la calle y a las urnas. En la segunda vuelta le ganó Jacq Siraq con el 82% de los votos, gracias al cordón sanitario del resto de partidos que desde ese día sigue funcionando en Francia. Le Pen consiguió que empezara a calar una preocupación por la inmigración, un tema que ahora ya es una prioridad en la agenda política francesa y europea. Ataques contra los extranjeros, que él repetía en cada mitin desde que en 1972 fundara el Frente Nacional. El partido lo heredó en 2011 su hija Marin Le Pen, que decidió expulsar a su padre cuatro años después por unas declaraciones antisemitas. "Fueron un detalle de la historia", minimizando las cámaras de gas que mataron a centenares de miles de judíos durante el holocausto. Era una más de sus polémicas declaraciones, como justificar haber torturado prisioneros durante la guerra de Argelia. Ese pasado de Le Pen padre era una rémora en los planes de su hija, quien quería modernizar el partido y suavizar el discurso, rebautizando incluso la formación como Reagrupamiento Nacional, el partido más votado ahora en Francia. "El cadáver está bien", decía Le pen cuando le preguntaban por su pérdida de influencia. Hoy, a los 96 años, ha muerto en París.

-Redacción-