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En su frenético regreso a la Casa Blanca, Trump ha recuperado dos de sus viejas obsesiones. La primera, el famoso botón de Coca-Cola Light en su escritorio. Durante su primer mandato ya explicó que solo tenía que presionarlo para que le trajeran su refresco favorito. Ahora se ha vuelto a ver durante la firma de órdenes ejecutivas. El republicano también ha vuelto a colocar una gran maqueta de un Boeing 747. Es la segunda obsesión de Trump: estrenar un avión presidencial, uno más patriótico con los colores de la bandera, algo que ya intentó durante su primer mandato. Ahora el nuevo Air Force One, mucho más moderno, es un tema prioritario en su agenda. La compañía lleva tres años de retraso en la entrega de los dos nuevos aviones que sustituirían a los dos que se usan de forma indistinta desde hace 30 años, más antiguos y caros de mantener. "Vamos a tener un nuevo Air Force One si Boeing lo termina de una vez", afirmó la semana pasada tras autorizar a Elon Musk a presionar a la compañía para que acelere los trámites.

-Redacción-