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“Dios, patria y fronteras" podría ser el lema de Calin Georgescu, pero eso ya no es nada nuevo en Occidente, ni en Europa, ni siquiera en Rumanía, donde hace años hay un partido -al que él pertenecía- que defiende esas ideas. Su éxito no está en el fondo, está en las formas; en el uso masivo, sin complejos, de las redes sociales, sobre todo de la más vinculada a la juventud: TikTok, y aupado por la creación de miles de perfiles falsos. Allí se ha dejado ver, como ya hizo su admirado Vladimir Putin, montando a caballo o nadando en aguas gélidas. También corriendo y practicando judo, un deporte del que es cinturón negro. Ha buscado también el voto agrario y artesano. El populismo antisistema y de derechas tiene una nueva estrella. Según él, la inseguridad económica de los rumanos en las últimas décadas se ha vuelto contra los partidos políticos. Ningún sondeo supo captar en el radar la emergencia de Calin Georgescu que, si gana la segunda vuelta el 8 de diciembre, será presidente de Rumanía. No gobernará, pero en absoluto es un cargo decorativo en este país.

-Redacción-