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Sevilla y Valencia se marchan con un punto tras un empate (1-1) en un encuentro en el que ambos equipos evidenciaron todos sus problemas futbolísticos y acabó resolviéndose con un tanto en el último suspiro de Adriá Pedrosa tras un grosero error de Mamardashvili. El miedo le ganó al resto. Sevilla y Valencia se presentaban ante un Sánchez-Pizjuán con una notable entrada y un espectacular tifo desplegado en Gol Norte, pero como en El Cuervo, película a la que se hacía referencia en el mencionado espectáculo de la grada, lo de la primera mitad parecía más víspera de Halloween que otra cosa. Miedo, desde luego, daba mucho. Ambos equipos intentaban proponer, sacar el balón desde atrás y presionar alto, pero posiblemente de todo lo que habían propuesto sus entrenadores, no salió nada bien. lo más destacado de la primera mitad fue un pique entre Gayá y Carmona, que acabó con el del Valencia sangrando y el del Sevilla muy dolorido. El árbitro no pitó ni falta. Tras el paso por vestuarios, la dinámica no cambió en demasía. Ambos equipos continuaron agarrados al miedo y aunque el Sevilla parecía estar más liberado, el que golpeó primero fue el Valencia. Un error en el corte de la zaga dejó a Luis Rioja solo ante Gudelj, se marchó del serbio y su disparo superó a Nyland, que poco podía hacer para evitar que los visitantes se pusiesen por delante. Pimienta intentó reaccionar. Metió en el campo a Rubén Vargas y el suizo, de la mano de otros jugadores como Stanis Idumbo, empezó a cambiar la dinámica: mandó un balón a la madera, mostró su calidad y acabó celebrando el tanto de Adriá Pedrosa en el último suspiro. El lateral zurdo recibió lejos del área, se sacó un disparo sin demasiadas esperanzas e inexplicablemente Mamardashvili acabaría prácticamente metiéndose el tanto en propia puerta para cerrar el empate.

-Redacción-