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La fiesta de El Guirria comienza en Nochevieja. A eso de las once y media de la noche, antes de las uvas –una tradición española de finales del XIX o principios del XX que surgió tras un excedente en la cosecha de uva– los mozos del pueblo que están solteros y tienen más de 15 años se reúnen para el sorteo, donde se ponen los nombres de todos los chicos que participan e n un recipiente –tradicionalmente un cántaro– y el de todas las chicas solteras y mayores de 15 años en otro. Después, se van extrayendo las papeletas y se van emparejando. Asimismo, entre todos ellos deciden quién será este año El Guirria, que al día siguiente tendrá que recorrer el pueblo a carreras, y además se le exige que sea simpático y pose con gracia para los fotógrafos.

Al día siguiente, a mediodía, las calles de San Juan de Beleño ya están repletas de gente, que espera la salida de El Guirria. Suele aparecer de repente, corriendo, ayudándose de un gran palo para saltar por las calles del pueblo. Aunque en origen su vestimenta eran unas pieles de oveja, desde hace décadas viste un traje arlequinado, en chillones colores, azul y naranja. Lo que conserva es su enorme barba negra y un capirote, un sombrero en punta con los mismos colores. En su cintura, un zurrón lleno de ceniza, que utiliza para tiznar a los hombres que se encuentren en su camino y que traten de defender a las solteras, que son su objetivo. Porque es misión de El Guirria besar a todas las que se encuentre, y se le permite entrar en todas las casas por si hubiese alguna escondida.

Tras El Guirria, el resto de mozos casaderos forman una comitiva a caballo, con sus monturas engalanadas, cerrada por los menores de 15 años, a lomos de burros y acompañados por sus padres. En fila de a uno, con el más veterano al frente y el más joven al final, acompañan al protagonista por las casas mientras entonan coplas y canciones tradicionales. Los vecinos les reciben con vinos, dulces, tortillas, empanadas. Y un aguinaldo, una cantidad de dinero que destinarán todos los mozos a hacer una cena el día de la víspera de Reyes. En cada casa con mujer soltera, el mozo correspondiente le entrega la papeleta con su nombre. Si se puede y los dos están de acuerdo, suelen darse un par de besos, y dice la costumbre que también le da él a ella un puñado de ‘corbates’, que no son otra cosa que castañas asadas, símbolo de fertilidad.